La ciudad de Puebla es una de las joyas históricas más notables de México: estandarte de patriotismo gracias al arrojo de quienes combatieron a los invasores franceses en la famosa batalla de 1862. Es una ciudad con tal magnetismo, considerada entre las 4 más importantes del país por los centros urbanos de mayor afluencia, teniendo como base una rica herencia arquitectónica, alimentada por una profunda sucesión de tradiciones y manifestaciones culturales de maravillosas formas y colores.
Su zócalo tiene proyectado severo estilo herreriano, mientras las torres de la majestuosa Catedral, ambas con de 73.93 metros de altura son consideradas las más altas de todo el país.
Recorrer Puebla lleva hasta la Antigua plazuela de San Roque, construida en 1801, donde se encuentra el Mercado de artesanías El Parián, lugar en donde los turistas se deleitan consiguiendo objetos elaborados con talavera, ónix, vidrio, barro; saboreando dulces típicos o comprando prendas y textiles de maravillosos colores y bordados.
Mientras tanto, el Callejón de los Sapos es una explanada rodeada por casas típicas virreinales, funge como punto de encuentro para cientos de paseantes. Existen en él variedad de bazares de antigüedades, bares y restaurantes, música de mariachi tríos de boleros que esperan para ser contratados y deleitar el oído de quienes celebran el amor a la vida.
En cuanto a la gastronomía, Puebla tiene la magnífica oportunidad de deleitar a los visitantes con sabores sumamente especiales, diferentes o simplemente exquisitos<s/span>, con el sazón de una tradición culinaria celosamente guardada y que nació de dos culturas entremezcladas, la española y la indígena. Y por si fuera poco, a ésta tradición de sabores llegaron influencias orientales y francesas, lo que la convirtió en una de las cocinas de mayor variedad y reconocimiento a nivel mundial.